
MADRUGADA. Otra vez.
Siempre es MADRUGADA.
Siempre esa penumbra de no amanecer.
MADRUGADA en mi alma, en mis sueños, en mi ayer.
MADRUGADA para sentir tus besos que no tuve;
para dejar en mi almohada mi esencia de mujer;
de niña siempre triste, esperando amanecer.
Eterna MADRUGADA, silencios de la noche,
fantasmas del ayer;
siempre esperando el misterio de tu llegada.
Yo te inventé en mis sueños,
yo guardé para ti mi pasión más sagrada,
para dártela toda...
para vaciarme el alma,
para entregarme toda en una MADRUGADA.
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