La soledad y yo tenemos un pacto,
un pacto de amistad, de compañía
de no andar la una sin la otra.
Mi amiga SOLEDAD es incondicional conmigo,
ella me cuida y me acompaña en la mañana,
en las tardes, pero sobre todo,
en las noches.
¡Amiga mía, mi eterna compañera desde que llegúe
a este mundo tan injusto y cruel!
SOLEDAD está siempre cerca de mí,
en la habitación donde reposa mi alma y
escondo mis más íntimos secretos...
SOLEDAD es la única que sabe cómo me siento,
cuánto necesito verte y estar a tu lado cada
minuto del día y de la noche.
Mi amiga SOLEDAD comprende mis lágrimas
mis fracasos, mis penas, la añoranza de tenerte,
de besarte, de acariciarte, de tocarte, de hacerte mío...
pero ¡tú estás tan distante, tan lejano y frío
que apenas volteas para mirar las lágrimas
rojas que se deslizan por mi rostro!
¡Ay amiga SOLEDAD, si tú pudieras llegar hasta él
y contarle que mi alma está tan sola, tan sola
que por eso la seguiré llamando SOLEDAD...!
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