¡Gabriel, mi querido Gabriel!, cómo mirarte y no sonreír.
Eres mi amigo, mi guardián, mi compañero espiritual,
el abrigo que necesito cuando tengo frío,
el agua que refresca mi garganta si tengo sed,
el hombro donde descanso y lloro cuando lo necesito...
A veces, pienso que estoy sola, que te has ido
pero, de repente, escucho tu voz diciéndome:
¡Ehhh...estoy aquí, a tu lado, cuidándote, protegiéndote,
mimándote, mi niña bonita....!
¡No temas...nada malo va a pasarte, porque yo te guardo....!
Entonces, mi alma se engrandece y doy gracias a Dios
por enviarme a un ser tan especial como es
¡MI QUERIDO GABRIEL!
Me gusta mucho, te importa si me lo copio para mi blog?
ResponderEliminar